Un foco ilumina una ventana que se abre en un edificio de Madrid. Una mujer se asoma. "Soy una paloma joven, guapa y llena de ilusión", declama antes de ponerse a cantar Volare, el hit flamenco ochentero de los Gipsy Kings. Esta es una de las escenas de Kópera, la opera distópica escrita por arquitectos y organizaciones barriales para la primera edición de Imagina Madrid.
En 2017 el programa de arte público experimental del Ayuntamiento de Madrid y coordinado por Intermediae abrió una convocatoria para explorar nuevas formas de intervención cultural en el espacio público de la capital española. Entre 175 postulaciones recibidas, un jurado internacional escogió ideas, fusionó equipos, reasignó propuestas y designó nueve distritos de la periferia madrileña.
Entre los elegidos, los colectivos de arquitectura VIC, Inprozess y LHRC unieron fuerzas con asociaciones vecinales y barriales de Vallecas: AAVV Madrid Sur, Ajoblanco, La Kalle y AMPA Javier de Miguel. "Debatimos sobre las problemáticas sociales y espaciales del distrito y decidimos trabajar con las memorias del barrio para elaborar un guión que pudiese ser dramatizado y cantado por vecinos, y que animase a activar otros talleres como vestuario o escenografía", explica Daniel Torrego (LHRC) sobre el origen de Kópera en conversación con ArchDaily.
El puerto de Madrid
Ambientada en un distópico 2054, Vallecas paradójicamente se ve beneficiado por el aumento del nivel del mar, producto del calentamiento global, dejando al barrio a salvo y a Madrid como ciudad portuaria. En ese escenario, el denominado INFIMA (Instituto Financiero de Inversiones Muy Acertadas) controla rigurosamente todos los aspectos de una sociedad habitada por palomas y ovejas, donde "todo es bello e higiénico, aséptico y magnífico". Bajo el mando del denominado Guardia Ramón, quien vigila todo desde una silla–palanquín, el conflicto estallará cuando el INFIMA pretenda expropiar a los pequeños propietarios del barrio para dar paso a las grandes inmobiliarias.
Kópera se desarrolla en tres actos y nueve escenas montadas entre la histórica Torre de San José y el mirador del Payaso Fofó en Vallecas. "Eso requiere de cierta logística: el coro debe situarse de tal forma que se puedan oír entre ellos y que su voz llegue al público sin perderse. La silla-palanquín debe poder moverse a través de los distintos espacios, cruzando calles y plataformas", explica Miguel Jaenicke (VIC) en el blog oficial. "Todos esos movimientos y espacios se disponen a modo de señalética urbana en el plano, permitiendo a los actores situarse en la acción de una forma intuitiva", agrega.
Por su parte, Daniel Torrego reconoce que explicar la trama a los vecinos requirió mucho esfuerzo para que no sonara "demasiado fantasioso", aunque el guión honrara la esencia combativa vallecana. En febrero de 1995, y tras una larga lucha, las cooperativas de vivienda Cojuvipal, Jovensur y Arganzuela Joven inauguraron un edificio de 14 pisos —la Torre de San José— y 129 casas construidas por la Comunidad de Madrid, todas únicamente disponibles en régimen de alquiler para menores de 30 años. "No me lo podía creer, ya me veía viviendo para siempre en el piso de mis padres", decía una persona beneficiada entre los testimonios recopilados por el periódico español El País.
Ni huertos urbanos ni pallets
"Que sea una ópera en un barrio como Vallecas, al aire libre y protagonizado por los vecinos, provoca emociones encontradas, ya que colisionan dos imaginarios contrapuestos, pero abre un mundo de posibilidades que dispara la imaginación", valora Juan López-Aranguren, arquitecto y coordinador de Imagina Madrid, en conversación con ArchDaily.
Imagina Madrid precisamente busca explorar nuevas formas de construir, habitar y diseñar ciudades sin necesidad de crear objetos físicos. De hecho, Kópera no entregará ni un huerto urbano ni una plaza de pallets, sino una pieza artística y nuevas herramientas. "Esperamos que los equipos se arriesguen, se involucren y lleven sus intuiciones y procesos lo más lejos posibles, sin perder de vista que el objetivo no es responder demandas físicas, sino experimentar con el potencial existente en la relación entre territorio y habitante", explica López-Aranguren.
El también cofundador de Basurama reflexiona sobre el aporte que puede entregar una intervención tan atípica como Kópera en la exploración de nuevas formas de construir ciudad:
Es un formato que abre caminos de colaboración y creación colectiva muy distintos: pueden participar desde vecinos a los que les guste el canto hasta colegios que quieran participar de las coreografías. Vemos una metodología creativa flexible, replicable y escalable; puede afectar a un barrio entero directa e indirectamente
La metodología de Imagina Madrid plantea tres hipótesis de trabajo para las intervenciones: capacidad para explorar nuevas formas de hacer y habitar ciudad a través del arte y la cultura; posibilidad de transformar y crear nuevas políticas públicas desde procesos culturales; y capacidad de ahondar en modelos de colaboración.
Ante la dificultad de evaluar proyectos tan disímiles entre sí —desde ciberfeminismo hasta memorias sensoriales—, la organización considera cada proyecto como un laboratorio en sí mismo, en el cual estas tres hipótesis son profundizadas a través de una evaluación externa, un documental enfocado en el proceso y un análisis de autoevaluación. "Kópera ha cumplido con el objetivo de generar nuevas conexiones y tejido de barrio. Eso seguramente tendrá su propia evolución", asegura Torrego.
Por estos días el equipo avanza en los ensayos del denominado Koro Kópera, dirigido por el maestro Rodrigo Guerrero, mientras ultima detalles en vestuario y maquillaje para la fecha clave: 23 de marzo. Esa tarde ovejas y palomas saldrán a escena para hablar de un futuro distópico inspirado en el pasado utópico de cientos de familias madrileñas.